Historias de la puta vida (Resignación)

Jose Luís se cepillaba los dientes frente al espejo mientras una estridente voz se escuchaba desde la habitación contigua.

- Haz el favor de cepillarte los dientes flojito, que luego me dejas el espejo lleno de salpicaduras y soy yo la que tiene que limpiar.

Diez kilos más sufrimiento se volcaron sobre sus hombros que se reflejaron en su cara, inundada de amargura. Escupió lo que lleva en la boca y se enjuagó.

- Si te parece haces más ruido, no puedes lavarte los dientes como las personas. Ahhhh¡¡ Jesús que cruz, si ya me lo decía mi madre cuando me case….

Se incorporó mirándose con resignación frente al espejo, se dió la vuelta y comenzó a orinar.

- Ten cuidado y no te mees fuera, eh?.....y baja la tapa¡¡

Fue hacia la habitación desabrochándose el batín y buscando la cama rápidamente, esquivando la mirada del ser con pelo cardado, rulos y camisón de guata que compartía aposentos con él cada noche. Sentado en el borde de la cama se descalzó y otros diez kilos de angustia se precipitaron sobre su espalda…

- Has tirado de la cisterna?

- Siiii.

- No la he oído. Ves y mira.

- Pero si estamos en sequía Eulalia, tampoco pasa nada por que no se tire cada vez que vas al baño, mañana y ahorramos unos litrillos de agua.

- Pero que coño vas a ahorrar, si es baratísima¡¡. Anda guarro¡¡, ves y tira de la cadena¡¡

Durante el trayecto de ida y vuelta a la taza del váter José Luís se llenó de valor y en un momento de enajenación se propuso explicarle cuatro cosas a aquella arpía que había arruinado su vida desde hacía 20 años pero sus ronquidos le parecieron argumentos suficientes como para no intentarlo. Se sentó otra vez en el borde de la cama intentando callarla con chasquidos inútiles a largo plazo, ya que si bien disfrutó de un momento de paz no fue suficiente ni para que terminara de poner el reloj en hora. Encendió la radio, se arropó y a oscuras se acurrucó mientras una voz grave hablaba…

- Son las 12 de la noche, las 11 en canarias. Avance informativo. El número premiado en el sorteo de Lotería Nacional de hoy Miércoles 25 de Febrero de 2004 ha sido el 13.524…

Empezó a notar una extraña sensación en el pecho, entre nerviosismo y ansiedad que se incrementó al tratar de encender la luz a ciegas sin lograrlo. Finalmente la lámpara junto a su cama topó con su mano y palpó hasta llegar al interruptor. Con la luz encendida comenzó a sentirse mejor, sobre todo tras coger su billetera de la mesita y extraer de dentro de ella un décimo de lotería. Al comprobar el número su cara reflejó una mezcla de sorpresa e incredulidad, tras un rato observando la papeleta la guardó y se quedo tumbado en la cama con la luz apagada pero sin lograr conciliar el sueño.

Después de toda la noche en vela Jose Luís se levantó cinco minutos antes de que el despertador sonara. Fue al cuarto de baño, dejó salir el agua hasta lograr la temperatura adecuada y se dispuso a ducharse. Bajo el chorro de agua comenzó a manipular una radio que colgaba del grifo con la palabra PANTENE escrita hasta que logró sintonizar algo…

- Buenos días madrugadores, son las seis y media de la mañana y hoy nos espera un día despejado, con algún intervalo nuboso a última hora de la tarde. En el sorteo de Lotería Nacional celebrado ayer el número premiado ha sido el 13.524…

Cerró el grifo para oír claramente el número, aquel aparato de propaganda sonaba como si tuviera un estropajo dentro, volvió a quedarse un par de minutos pensativo hasta que nuevamente dejó correr el agua y terminó de ducharse.

Con la mirada perdida removía el azúcar en el café de manera totalmente autómata. Sus pensamientos iban en demasiadas direcciones, se llevó una pastilla a la boca que tragó con un sorbo de su desayuno. Apuró su taza, sacó la cartera, buscó el décimo y mirarlo le serenó más que la aspirina.

Pese a que se intuía un día soleado, la noche todavía se cernía sobre él cuando subió al coche. Condujo en dirección a la oficina recorriendo la misma carretera de todos los días e incluso le pareció que se cruzaba con los mismos coches de cada día, sin dejar de dar vueltas al sintonizador de la radio hasta que localizó la emisora adecuada y cambió su mano a la ruleta del volumen…

- El afortunado que posea un décimo del 13.524 se llevará un premio de 60.000 euros…

Sentado frente a su mesa, Jose Luís sellaba unos papeles mientras otro hombre más joven le recriminaba con actitud autoritaria…

- Estos documentos deberían estar verificados, sellados y encima de mi mesa desde ayer, que diablos hace las ocho horas pasa apoltronado en esa silla???

- Si me los pasaron ayer a última hora, es impos….

- No me gusta su actitud, esta descuidando sus obligaciones escudándose en sus compañeros a los que además retrasa con su incompetencia. Más vale que espabile y se tome un poco más en serio su trabajo, ya habrá oído los rumores sobre un posible recorte de personal y francamente, si se lleva a cabo tiene usted bastantes papeletas. Reflexione y valore lo que aprecia su puesto de trabajo, le será muy difícil encontrar otro a su edad y con su cualificación.

- De acuerdo señor. Trataré de centrarme más en mi trabajo y colaborar más y mejor con mis compañeros.

- No sea sarcástico. Espero esos informes antes de la hora de comer.

- ….capullo…

- A dicho algo?

- Que los tendrá señor.

Sin dirigirle más la palabra se alejó y entró en su despacho dejando un portazo de propina. En la radio de la oficina hacía cinco minutos que habían sonado las señales horarias de las once y los informativos recordaban en esos instantes el número premiado en el sorteo de ayer. Jose Luís puso su mano en el pecho, a la altura del bolsillo de la camisa que contenía la cartera y la apretó con fuerza mientras respiraba profundamente.

Dentro del coche la temperatura empezaba a ser insoportable, el sol caía desde lo alto y convertía el cubículo de su SEAT CÓRDOBA en una sauna. Bajó la ventanilla pero el humo y el ruido del claxon de los coches que llevaban más de diez minutos para recorrer escasamente un kilómetro le resultó más insoportable que el calor que inundaba el vehículo. Con el aire acondicionado estropeado optó por abrir un dedo ambas ventanillas con la esperanza de que el aire que corriera fuera suficiente para refrescarle. Apoyó su mano izquierda en el volante mientras con la derecha quito el disco compacto de Jose Mercé que escuchaba y comenzó a sintonizar emisoras con la esperanza, sin duda, de volver a escuchar el número premiado.

El televisor encendido parecía presidir la mesa donde Jose Luís engullía su insípida cena en compañía de Eulalia y su hija adolescente. La conversación se limitaba a los comentarios hechos entre ellas sobre los participantes de aquel ridículo Reality Show, o al menos así se lo parecía a él. Marta terminó de cenar tirando la servilleta de tela encima del plato después de haberse limpiado y sonado los mocos.

- Dame dinero papa.

- Te vas?

- Claro, es jueves. Voy a tomar café con mis amigas, como todos los jueves. Ay papa¡¡ no te enteras.

- A tomar café? – resignado sacó la cartera y buscó un billete de 5 euros.

- Solo esto¡¡ Mamaaa¡¡¡

- Desde luego que rata eres Pepe. Trae¡¡ - De un zarpazo la mujer le arrebató la cartera y el gesto de Jose Luís pasó de la indiferencia a la preocupación en cuestión de décimas de segundo – Toma hija mía. Dame un beso – Marta cogió rauda el billete de 20 euros que esgrimía su madre mientras Jose Luís no perdía de vista la cartera con más que evidentes síntomas de ansiedad reflejados en su rostro.

- Gracias mami¡¡¡ eres la mejor¡¡ - La gran sonrisa que tenía en su cara cuando besó a su madre se transformo en una expresión de asco cuando pasó delante de su padre y le escupió una triste y seca despedida – Adiós.

- Pepe, recoge la mesa y mete los platos en el lavavajillas que estoy destrozada, me voy a la cama a seguir viendo la tele – Diciendo esto se levantó y dejó la cartera encima de la mesa para después desaparecer por el pasillo chillando – Y saca la basura, que si no mañana huele¡¡¡ - Jose se apresuró a recuperar la cartera y apretarla contra su pecho como si fuera un bebe.

Lanzó la bolsa dentro de contenedor verde y depósito unas botellas de plástico en el amarillo. Con resignación fue hasta una esquina, apoyándose con espalda y pie contra la pared. Buscando en la chaqueta de chándal que llevaba, más propia de un yonki sacado de Callejeros que de un padre de familia, encontró un paquete de tabaco arrugado con un par de cigarrillos secos. Se llevó uno a los labios y lo encendió apurando la primera calada para soltar después el humo suave y relajadamente, sintiendo como la nicotina inundaba su organismo, Dios¡ hacía tanto que no fumaba. Dejó el cigarrillo entre sus labios y echó mano al bolsillo trasero de su pantalón donde tenía la cartera con el décimo, lo extrajo…

- Manda huevos. Esto solo me pasa a mí.

Diciendo esto estrujó el décimo entre sus manos y lo dejó caer, quedando una bola de papel en el suelo donde se podía distinguir el número 13.523